El monton de tarjetas de la portada fue parte de mi tesis de licenciatura, realizada en FORTRAN IV.. y mejor ni les digo el año.
Contra lo que han sugerido algunos... NO,no hice mi tesis en tablillas de arcilla, sino en tarjetas perforadas.
También debo aclarar que aunque si bien use tarjetas perforadas, no soy tan viejo como estas, pues fueron inventadas en 1889 por Herman Hollerith con el fin de facilitar el censo de EU, y el a su vez tomó la idea de las tarjetas perforadas usadas en el telar mecánico de Carl Enge,de 1860.
Así que cuando me tocó usarlas alrededor de 1978 estas ya tenían una larga historia.
Fue cuando en la facultad de química de la UNAM cuando aprendí FORTRAN, que junto con ALGOL era de los lenguajes de cómputo más populares en ciencia en ingeniería. Por su parte, los contadores y administradores usaban las mismas tarjetas, pero ellos usaban COBOL.
Recuerdo que ver un programa de COBOL, con sus largas declaraciones de variables me daba escalofríos. Aunque ya no se escriben programas en COBOL, aún quedan muchas aplicaciones de negocios escritas en ese lenguaje. FORTAN por su parte aún sigue siendo usado en sus versiones más modernas.
Las tarjetas perforadas
Regresando a las tarjetas perforadas. En esa época eran la forma más popular y económica de almacenar datos. Pero comparados con los sistemas modernos, hoy las veríamos como extremadamente ineficientes. Para darse una idea, en cada tarjeta había 80 columnas donde podía haber perforaciones, cada columna podía codificar menos de medio byte (128 combinaciones), Es decir que cada tarjeta tenía el equivalente de 40 bytes.
Eso es lo que usábamos los estudiantes de licenciatura en la UNAM, los investigadores y maestros tenían acceso a salvar sus archivos en cinta magnética.
Así que como alumno que quería aprender computación, uno uno compraba un paquete de 2,000 tarjetas. Es decir lo suficiente para almacenar la fabulosa cantidad de 8 Kbytes.
Hoy en día necesitaríamos unas 2,000,000,000 tarjetas para igualar la información de una memoria USB de tamaño pequeño. Además de eso, se compraba una cuenta de acceso al sistema de computo.
En esa época cada alumno de la UNAM podía comprar una cuenta que le daba derecho a la fabulosa cantidad de 30 segundos de tiempo de procesamiento por semestre de la “Mainframe” del sistema de Cómputo de la UNAM, y digo fabulosa porque casi nadie los consumía. Era mucho tiempo de ejecución y la mayor parte de las corridas ni siquiera funcionaban por errores de sintaxis, mientras que los programas rara vez usaban más de unos segundos.
Pero como yo era un entusiasta, a mi me suspendieron mi cuenta cuando ya llevaba 3 minutos consumidos... Afortunadamente mi asesora de tesis me prestó su cuenta. Como investigadora tenía derecho a la inmensa cantidad de 20 minutos de tiempo de cómputo por semestre, además de acceso a las terminales y sistemas de almacenamiento de cinta magnética, por lo que eventualmente pude mover todas mis tarjetas a cinta y comenzar a trabajar en las terminales.
Pero antes de eso, tenía que cuidar mucho mis tarjetas… Podría ocurrir un desastre si se caían y quedaban fuera de orden. Para organizarlas yo ponía colores en los bordes para identificar rápidamente las funciones y rutinarias, por eso en la ilustración tiene líneas y están escritas, además eso permitía darse cuenta si las habías cambiado de orden por accidente. De esa manera, para usar una función en otro programa, solo tomaba esas tarjetas y las insertaba en el lugar adecuado.
Procedimiento de uso:
El procedimiento para trabajar era que después de pelearse por conseguir una máquina perforadora IBM, y hacer las correcciones adecuadas al programa, uno se formaba para entregar las tarjetas a las sacerdotisas…
Nosotros, los meros mortales nunca nos acercabamos a la máquina. Había varias jóvenes de bata blanca inmaculada, que alimentaban al lector de tarjetas. La mayoría eran bastante guapas . Estaban detrás de un gran cristal donde se veía la máquina y sólo ellas tenían acceso.
Las sacerdotisas (algunos así les decíamos) tomaban las tarjetas, como si fuera una ofrenda, las alimentaba a la máquina y poco después le entregaban el papiro de la verdad. Es decir era un largo listado de papel en formato ancho (creo que como 60 cm de ancho o algo así) que venía enrollado con tu ofrenda adentro. Si esta era aceptada, el papiro tenía tus resultados, en caso contrario. solo era un gran listado de errores y era necesario revisar y repetir el proceso
Por supuesto, uno podría reciclar las hojas para tomar notas... algunos incluso las recortaron y hacían cuadernos de notas.
Hay que añadir que las impresoras no tenían capacidad gráfica. Solo código ASCII, si uno quería graficar, se hacía con puras letras... Yo me hice varias rutinas de graficado muy atractivas
Quien diría que décadas después yo estaría haciendo pruebas de realidad aumentada y realidad virtual en Unity, con discos de terabytes de datos en mi propia casa... Eso si me hubiera sonado a Ciencia ficción.